jueves, 24 de mayo de 2018

ENERGÍA MATERNA, KARMA Y SANACIÓN por Jennifer Hoffman




ENERGÍA MATERNA, KARMA Y SANACIÓN por Jennifer Hoffman
http://enlighteninglife.com
14 de Mayo 2018
Traducción: Rosa García
Difusión: El Manantial del Caduceo en la Era del Ahora
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
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El pasado fin de semana se celebró en muchos lugares del mundo el Día de la Madre, un día que suscita opiniones muy diferentes. Para quienes han perdido a su madre, tal vez fue un día de tristeza o de arrepentimiento. Otros, quizás se sintieron incómodos por tener que mandar una postal o un regalo, o de tener que pasar tiempo con su madre porque aún se sienten enfadados, resentidos y heridos por lo que hizo (o no hizo) por ellos. Otros, desearon haber elegido una madre diferente a la suya, y también hay quienes disfrutan de ese día porque aprecian a su madre y les gusta pasar tiempo con ella.
Sea cual sea la experiencia de “madre” que hayamos tenido, elegimos conscientemente a la madre que consintió en darnos la vida, que imprimió en nosotros un tipo específico de ADN emocional, que aportó determinados paradigmas energéticos y parámetros a nuestro cuerpo energético y creó la base de lo que sería nuestro propósito de vida (de aprender a amarnos a nosotros mismos y recuperar nuestro poder). Puede que juzguemos a nuestra madre por no haber sabido estar a la altura, por no habernos amado, apoyado o guiado lo suficiente, por ser cruel, inconsciente, rencorosa o incluso cosas peores. No obstante, ella hizo exactamente lo que le pedimos en nuestro contrato del alma compartido.
Nuestra madre satisfizo nuestras necesidades emocionales a muchos niveles, pero no siempre como creíamos que debía hacerlo. Sin embargo, siempre estuvo al servicio de nuestras necesidades espirituales y kármicas. Debemos tener en cuenta esta perspectiva para comprender a nuestra madre y el papel que ha desempeñado en nuestras vidas, y para poder dejar atrás cualquier emoción negativa que aún alberguemos respecto a ella.
Debo añadir que esto no justifica el comportamiento atroz de otra persona ni lo convierte automáticamente en alguien bueno. Todos podemos elegir nuestras acciones y hay quienes llevan a cabo sus contratos del alma de la manera más reprensible posible. Pero cuando nos llenamos de rabia, de resentimiento o de pena acerca de lo que nuestra madre hizo o no hizo, de cómo nos trató, o de lo que nos gustaría que hubiera hecho y de cómo nos gustaría que hubiera sido, nos limitamos a nosotros mismos. También limitamos la expansión de nuestra energía hacia caminos más alegres y satisfactorios.
El alma que accede a convertirse en nuestra madre durante una vida es, por cierto, la persona más importante y de mayor influencia de nuestro grupo de almas. Lo cual no significa que vaya a tratarnos con ternura y amabilidad, sino que cumplirá su misión lo mejor que pueda, siempre de acuerdo a nuestro acuerdo como almas.
Hay tres aspectos de la energía materna: el físico, el emocional y el espiritual.
• A través del aspecto físico nuestra madre accede a traernos al mundo y a que nazcamos a través de ella.
• A través del aspecto emocional accede a energizar la impronta de nuestro ADN emocional y a crear nuestro paradigma de poder.
• A través del aspecto espiritual, tenemos un contrato álmico con ella que asienta las bases para otros aspectos: la sanación de nuestro karma con nosotros mismos, con nuestro grupo de almas y con ella.

Al reconocer estas tres vertientes de la maternidad, la relación con nuestra madre alcanza una nueva dimensión y podemos considerarla desde una perspectiva completamente diferente.
Parte de nuestro trabajo como seres conscientes e iluminados ha consistido en preparar nuestro planeta para las nuevas generaciones de niños y en ser la clase de padres que les permiten expresar plenamente su energía. Lo que aprendimos de nuestras madres nos ha ayudado a conseguirlo, porque nos ha vuelto unos padres más conscientes -conscientes de la energía, de las emociones, las sensaciones, las acciones, los potenciales, las heridas, las traiciones y los juegos de poder.

Muchos de los que nacimos antes de 1980 tuvimos madres poderosas que vivieron cautivas en vidas de impotencia, y que a menudo nos hicieron pagar por sus frustraciones. En mis años de trabajo como couch intuitiva me ha sorprendido la cantidad de madres que resultaban estar mentalmente enfermas, trastornadas, e incluso psicóticas. Sus hijos se convirtieron en víctimas de energías que no podían gestionar ni expresar y fueron maltratados. La infancia de algunos de mis clientes fue tan terrible que me sorprende que hayan sobrevivido.
Como adultos podemos gestionar las experiencias negativas con nuestra madre de dos maneras:
- Para utilizar con más sabiduría nuestro poder
- O bien para vivir en una agonía silenciosa e impotente por tener una madre que no nos amó, no nos apoyó ni cuidó de nosotros lo suficiente (o como pensamos que debía hacerlo). O que nos dejó tan heridos a nivel emocional que nunca llegamos a recuperarnos.

Podemos aprovechar la celebración del Día de la Madre para ser esa madre que nunca tuvimos con nosotros mismos, para dejar ir cualquier energía tóxica residual, perdonando a nuestras madres por todo lo que hicieron y lo que no hicieron, y para reconocerlas por haber sido nuestras maestras espirituales.
Podemos convertirnos en nuestra propia madre y darnos todo lo que deseemos para sentirnos nutridos, apoyados, guiados y amados, empezando por amarnos a nosotros mismos. Entonces atraeremos a personas amorosas que sabrán apoyarnos y con quienes podremos trascender la experiencia del contrato álmico que tuvimos con nuestra madre. Ellas nos proporcionarán una nueva experiencia de amor que podremos encarnar, que nos dará paz y que podremos compartir con el resto del mundo.

Y, si gracias a las experiencias de nuestra niñez hoy podemos ser padres más compasivos, amorosos y conscientes con nuestros hijos, entonces podemos celebrar nuestra victoria. Habremos logrado cerrar un ciclo kármico y crear un nuevo nivel de maternidad empoderada que honra la misión del alma de la madre y del niño, y que honra también el propósito de vida de ambos de manera más amorosa y respetuosa.
Jennifer Hoffmann
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